Asombra cuando llegas a un sitio donde la gente está acostumbrada a acudir a las sesiones de cuentos y, sobre todo, a escuchar. Con un gran interés y un profundo respeto por el trabajo de los que contamos, las mamas escucharon y estuvieron atentas cuando sus bebes empezaron a molestar para sacarlos de la sala. Más de una hora de cuentos y los niños atentos, sin moverse y pidiendo más con su actitud.
Mil gracias a ellas que hacen que, nosotros, sigamos contando.
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